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LA VIOLENCIA VICARIA TODO LO QUE TIENES QUE SABER

La violencia vicaria es aquella violencia de género en que el agresor utiliza a los hijos para hacer daño a su víctima. Es el tipo de violencia más cruel que existe.
La violencia vicaria es un tipo de violencia ejercida sobre los hijos e hijas, que incluye “toda conducta ejercida por el agresor que sea utilizada como instrumento para dañar a la mujer“. La expresión más sádica y cruel de la violencia machista es matar al hijo para enterrar en vida a una madre.

Hemos tenido ejemplos espantosos de este tipo de violencia, en el pasado, el sonado y cruel caso Bretón y hace unos días el de las niñas tinerfeñas. La expresión del mal ejercido contra una expareja de la forma más sórdida, espantosa y cruel.

Cuando el verdugo machista no tiene ya acceso a su expareja, como no puede seguir hostigándola directamente, lo hace usando a los hijos e hijas. Utilizando a los niños como meros objetos con los que dañar a la madre.

Existen una serie de comportamientos que nos pueden ayudar a identificar a este tipo de agresores, suelen:

Amenazar con llevarse a los hijos
Amenazar a la madre con que no verá más a sus hijos
Amenazar con “dar dónde más duele” (que, evidentemente, es con los hijos)
Aprovechar el momento de recogida o entrega de los niños y niñas para amenazar, hostigar o insultar a su expareja.
Hablarles mal a los hijos de su madre, o hacer comentarios vejatorios sobre ésta ante los menores
Bloquear cualquier decisión concerniente y necesaria para los niños (negarse a tratamientos médicos necesarios, negarse a que éstos sean atendidos por sus médicos necesarios o que acudan a actividades normales para niños de su edad)
Manipular a los niños para ponerles en contra de su madre, haciéndoles partícipes de una realidad parcial y alejándoles de su progenitora a través de estrategias manipuladoras
La violencia vicaria no es más que otro tipo de violencia machista, la más cruel, además de la física, la sexual, la económica o la psicológica.

El adjetivo “vicario” significa suplente, sustituto: “que tiene las veces, poder y facultades de otro o lo sustituye” (DRAE).

El término “vicario” hace referencia al adjetivo que hace referencia a algo que sustituye a otra persona o cosa. Se trata de una violencia que hace referencia a la utilización de otra persona para dañar al objetivo real, la madre.

La psicóloga Sonia Vaccaro fue la persona que acuñó el término “violencia vicaria”. Lo hizo en el año 2012, tras conocer a la italiana Antonella Peneti, madre del pequeño Federico. Su expareja le había apercibido que haría daño al hijo que tenían en común y ella denunció que su hijo estaba en riesgo estando con su padre. La Justicia no tomó suficientes medidas tendentes a proteger al menor ante una amenaza de tal magnitud y el padre, aprovechando las visitas en un punto de encuentro oficial, con educadores y mediadores presentes, mató al niño, el 25 de marzo de 2009, de un disparo y 37 puñaladas. Luego se suicidó. El pequeño tenía 8 años.

El caso Bretón, caso de violencia vicaria extrema

En este sonado caso, por lo cruel y malévolo, marcó un antes y un después en la concepción de la violencia vicaria. José Bretón, mató a sus dos hijos, Ruth y José, de seis y dos añitos, una vez se dio cuenta que la madre de sus hijos jamás volvería con ellos. Aprovechando unas visitas, fingió su desaparición en un parque.

La realidad era otra muy distinta, les mató con pastillas para después quemar sus cuerpos en una finca propiedad de la familia.

La intención de Bretón, al parecer, era fingir una desaparición, haciéndose pasar también por una víctima de las circunstancias.

Es evidente que su objetivo era “castigar” a su expareja, Ruth Ortiz, con el peor de los infiernos, la muerte de sus hijos.

Anna y Olivia, últimas víctimas de la violencia vicaria

En el caso de las niñas Olivia y Anna, de 6 y 1 añitos, se ha vuelto a comprobar que la maldad humana no tiene límites.

Como se ha podido saber en los últimos días, el padre, con un nivel de tolerancia a la frustración inexistente, ha castigado a la que fue su expareja con el asesinato de las dos hijas que tenían en común.

En este caso, el padre pretendía matar en vida a la madre de sus hijas y alargarle la agonía para siempre. No se conformó con matar a sus propias hijas, sino que elaboró un macabro plan para que se pensase que se había fugado desde Tenerife con las niñas; todo con el objetivo que la madre pensara toda la vida que sus hijas estaban en algún lugar.

Todo para tener a la madre, de por vida, buscando a sus hijas. Siguiendo pistas de personas bien intencionadas, o no, que verían a las niñas aquí y allá a lo largo del globo.

Una vida de peregrinaje buscando a unas hijas a las que jamás encontraría por estar éstas muertas a manos de su padre desde el primer momento.

La muerte de Olivia y Anna ha devuelto a la sociedad el debate sobre si se deben tomar medidas más firmes y duras para proteger a nuestros hijos e hijas de tamañas atrocidades.

 

¿Por qué un padre mata a sus propios hijos?

Se tiende a pensar que un padre que hace eso tiene que ser, necesariamente, un loco. Y no es así.

Se trata de personas narcisistas, que sólo se quieren a sí mismos y que los hijos son una mera posesión. No sienten amor por nadie, sólo se quieren a sí mismos y, llegada la ruptura, ante la situación de no aceptar que les han dejado, deciden castigar a sus exparejas, ¿cómo? Con lo que más duele: los hijos.

En la mayoría de ocasiones, aunque muy dañino, se conforman con maltratar a su ex pareja utilizando a los hijos: aprovechando los intercambios para seguir hostigando y maltratando, hablándoles mal de la madre a los niños o incluso infringiéndoles mal a los menores para hacer sufrir a la madre.

En casos extremos, matando a los propios hijos para matar en vida a la madre.

El Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén), de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, evalúa, entre otras cuestiones, si existen “indicadores que apunten a que la violencia ejercida por el agresor sobre la víctima podría extenderse a otras personas cercanas a ésta, especialmente hacia los menores a su cargo”.

Ello se mide basándose en los cuestionarios policiales que se les hace a las mujeres que denuncian violencia machista por parte de sus parejas o exparejas. Según las últimas cifras, en la actualidad, según estos cuestionarios existen 471 menores en riesgo de convertirse en víctimas de sus propios padres: 415 en situación de riesgo medio, 55 en riesgo alto y en un caso, en riesgo extremo.

No podemos olvidar que se trata de fuentes oficiales si bien, tristemente, son sólo la punta de un enorme iceberg. Además, resulta muy difícil para una madre, a no ser que su pareja o expareja haya dado síntomas muy claros, llegar a imaginar que será capaz de hacer algo tan monstruoso como acabar con la vida de los hijos en común. Es evidente que cualquier persona mentalmente sana no puede siquiera sospechar algo tan brutal.

Lo cierto es que, a no aún una semana del pavoroso descubrimiento del cadáver de Olivia, dos han sido las clientes, en mi despacho, ya que han sido amenazadas por sus exparejas con llevar a cabo las andanzas de Gimeno en Tenerife. Horrendo y muy muy muy preocupante.

Los menores asesinados por sus padres en un contexto de violencia de género no fueron contabilizados, como víctimas, hasta 2013. Desde ese año, 40 niños y niñas han sido contabilizados en la lista de fallecidos por la violencia vicaria. Sus madres tampoco fueron consideradas víctimas de violencia de género hasta 2017.

Ruth Ortiz, por ejemplo, no tuvo ayuda psicológica, ni laboral, ni de ningún tipo después de que Bretón asesinara a sus hijos. Hasta 2017, momento en que se incluyó el término violencia vicaria en el Pacto de Estado de la Violencia de Género, se daba la paradoja de que ninguna era víctima para el sistema, eran invisibles.

Es evidente que la maldad no tiene límites y que el maltrato hacia las mujeres tiene muchos modos de ejercerse, el más duro, cruel y horroroso, el que se infringe utilizando a nuestros hijos e hijas.

Es evidente que se precisa del apoyo de toda la ciudadanía y de los agentes sociales e instituciones para acabar con esta gran lacra social. Debe acabarse con todo tipo de violencia y sobre todo con toda violencia que dañe a nuestros menores.

Los niños deben protegerse de cualquier mal.

 

 

Sandra Burgos

Abogada de SBD ADVOCATS

Redacció

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Sandra Granado CEO de ladonaesactualitat.cat Presidenta de l’Associació Afibromed (Fibromiàlgia)

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