Salut i bellesa

¿POR QUÉ NOS RESISTIMOS TANTO A LA MENOPAUSIA?

En una cultura donde la juventud está sobrevalorada parece que llegar a la menopausia es el comienzo del fin. Las mujeres comenzamos, muchas veces, a sentirnos viejas, poco atractivas, invisibles y hasta desvalorizadas. Y si a eso le sumamos los síntomas que acarrea la disminución hormonal, estamos frente a un cóctel en el cual resulta difícil remar.

Como todo en esta vida es cuestión de actitud. Si bien es cierto que nuestra piel empieza a envejecer, pierde firmeza y se acentúan las arrugas, también es cierto que la experiencia y sabiduría que tenemos en esta etapa no la hemos tenido antes.

Hay mujeres que empiezan una carrera por recuperar su figura, su piel y es totalmente respetable. Es su decisión. Particularmente, prefiero aceptar los cambios que son lo único permanente que hay.

¿Para qué resulta importante negar el paso del tiempo, los cambios de esta etapa?

¿Acaso soy menos valiosa por tener más años? ¿Soy menos mujer porque mi líbido haya decaído junto con mis pechos y el volumen de mi abdomen sea mayor que antes?

Creo que no. Soy mujer por miles de razones más. No me define una piel tersa ni unas carnes firmes.

Lo que hay que acomodar en esta etapa es la cabeza. La menopausia no es una enfermedad ni hay que sentir vergüenza por estar en ella. Los cambios son difíciles de llevar pero, ¿Quiénes mejores que nosotras que hemos lidiado con tantas cosas para hacerlo?

El primer paso para estar mejor es hablar de ello. Nada de permanecer calladas y en el anonimato. Y estar informadas es esencial. Los síntomas son muchos pero deja de escanearte el cuerpo todos los días y a sentarte bajo la sombra de las lamentaciones. Como todo, esto también pasará. ¿Acaso quejarte de tus síntomas los elimina? NO.

Hay muchas cosas que puedes hacer. La primera es aceptar que tu vida ya no será la misma de antes. Que los cambios están en tu cuerpo y vinieron para quedarse. La segunda, no quieras tomarte todas las pastillas de mercado para paliar los síntomas porque no desaparecerán. Pueden hacerte sentir mejor, pero nada más. La tercera, utiliza esta etapa para analizar tu vida, verte en perspectiva y tomar decisiones basadas en ti.

Ya no eres una madre pendiente de sus hijos, ya han crecido y muchas veces han volado de su nido. Aprende a ser madre desde otro lado. No se es madre solamente porque ayudas a tu hijo a cruzar la calle o le preparas el desayuno. Tus hijos han crecido y necesitan ser ellos mismos, experimentar la vida, tal como lo hiciste tú.

Esta es una etapa de cambios a todos los niveles. Y los cambios asustan. Pero también nos dan la oportunidad de explorar situaciones nuevas fuera y dentro de nosotras. Atrévete a mirarte y preguntarte qué quieres hacer lo que te resta de vida. Puede que estés ante el comienzo de algo maravilloso. Y deja de añorar el pasado y de preocuparte por el futuro. Vive el hoy que con eso ya tienes bastante.

 

 

Gabriela Pellegrini

Nutricionista coach especializada en menopausia y sobre peso

Col·laboradors

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