EL PAPEL DEL EGO EN LA SUPERVIVENCIA
El ego es una parte fundamental de la psicología humana, y desempeña un papel crucial en cómo nos relacionamos con el mundo y cómo nos percibimos a nosotros mismos. Trabajar desde el ego significa actuar principalmente desde una perspectiva centrada en el “yo”, buscando satisfacer nuestras propias necesidades, deseos y expectativas. Aunque el ego puede tener una connotación negativa, también tiene funciones esenciales que nos permiten sobrevivir, desarrollarnos y lograr metas personales. Sin embargo, cuando predomina de manera desmesurada, puede distorsionar nuestras acciones y relaciones.
Desde un punto de vista evolutivo, el ego ha jugado un papel esencial en nuestra supervivencia. En las primeras etapas del desarrollo humano, el ego nos ayudó a identificar y satisfacer nuestras necesidades básicas, como comida, refugio y seguridad. La competencia y la autoconservación eran esenciales para mantenerse con vida en un entorno hostil, y el ego nos empujaba a buscar lo mejor para nosotros mismos. Este instinto de protección personal, impulsado por el ego, sigue siendo una parte integral de nuestra psicología moderna.
El ego también impulsa nuestra necesidad de reconocimiento y validación por parte de los demás. Buscamos destacar, ser apreciados y recibir elogios por nuestras habilidades y logros. Esta búsqueda de aprobación está profundamente arraigada en el ego, ya que la validación externa refuerza nuestra identidad y autoestima. En el entorno laboral, por ejemplo, muchas personas trabajan arduamente para recibir promociones, aumentos salariales o reconocimiento, lo cual satisface el ego y fortalece la sensación de éxito.
Trabajar desde el ego también nos impulsa a competir con los demás. La competencia, en sí misma, no es negativa; de hecho, puede ser un poderoso motivador que nos lleva a superarnos y a alcanzar grandes logros. Sin embargo, cuando el ego domina, esta competencia puede volverse destructiva, llevándonos a ver a los demás como obstáculos en lugar de aliados, y fomentando actitudes de envidia, resentimiento o arrogancia.
El problema surge cuando el ego se convierte en el centro de nuestras decisiones y acciones, eclipsando el bienestar colectivo o las relaciones interpersonales. Para contrarrestar esto, es crucial desarrollar una mayor conciencia de uno mismo y practicar la empatía, lo que nos permite equilibrar nuestros deseos y necesidades con los de los demás.
Aunque el ego es una parte necesaria de nuestra psicología, trabajar exclusivamente desde él puede ser limitante. Reconocer su influencia y encontrar un equilibrio con otros valores, como la empatía y la colaboración, es clave para una vida más plena y satisfactoria.