Històries

PASEO HACIA LA MUERTE

La vida es frágil, caduca, efímera. En cualquier momento puede decirnos que hemos caminado suficiente.
Nos creemos perennes, eternos, inmortales y no somos conscientes de la vulnerabilidad de nuestra existencia.

Desde que nacemos llevamos el estigma de la muerte pero en raras ocasiones llegamos a saber de ella hasta que un hecho traumático y a menudo inesperado nos abre la visión de un mundo desconocido.
A los niños se les esconde, haciéndoles creer que cualquier acto o decisión está lejano al más mínimo atisbo de impermanencia.

¿Por qué negamos la evidencia? ¿Creemos que por el hecho de no nombrarla, la muerte no nos está esperando en cada esquina? ¿Es el miedo a que aparezca que obviamos su existencia?
En Occidente no se nos enseña que vivir es un acto consciente y que toda decisión implica una consecuencia.

Las personas que tienen consciencia de que cada día que amanece puede ser el último, viven su presente de un modo ilusionante, dando gracias por lo vivido y por lo que está por descubrir. Aprovechando hasta el exceso la posibilidad de crecer y desarrollarse como seres espirituales, ya que aunque no lo creamos, somos espíritus con una experiencia humana más que humanos con una experiencia espiritual, aunque muchos desconozcan este hecho.

Vivir en conexión con la Naturaleza, que nos enseña a diario que la muerte de unos alimenta la vida de otros, nos da amplitud de miras, perspectiva de lo esencial y entendimiento de que vivir el presente experimentando el asombro de un niño por todo lo que nos rodea, nos hará por fin libres.

¿Hay algo más bello que el agradecimiento? Es el acto más hermoso de conexión con el Universo, en el que el plexo solar se abre expandiendo las vibraciones que llegarán hasta el infinito, donde está todo aquello que necesitamos, aunque no corresponda exactamente con lo que queremos.
Anhelamos constantemente cosas que creemos llenarán nuestro vacío existencial, mas lo único que puede hacer esa función es la plenitud de sentirnos íntegros, amados por nosotros mismos y agradecidos de tener la oportunidad del tiempo, lo único que realmente nos pertenece.

El tiempo, que por efímero se nos escapa en esa andadura que llamamos vida y que no es más que el tránsito a la muerte. Donde se nos da la oportunidad de crecer, perdonar y liberarnos de los apegos que nos obnubilan el alma. Donde tenemos la capacidad de experimentar la compasión y la dicha de jugar con ese personaje que se nos ha prestado para evolucionar y retornar de nuevo al game over de la transcendencia y la iluminación.

 

 

Inma Orrego

Escritora y coach inteligencia emocional

Col·laboradors

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